Soy el traidor del turrón, y me da igual

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Si eres de un municipio alicantino, cuando llega navidad sabes perfectamente dónde debes ir a comprar el turrón, a Jijona. No tiene pérdida, coges la carretera de la Carrasqueta y para arriba, todo recto, hasta la localidad del turrón por antonomasia. Eso es lo que hacen todos mis compañeros comerciantes en Santa Pola, se pegan un viaje hasta el municipio cercano y traen kilos y kilos de turrón para ofrecer a sus clientes mientras realizan sus compras, toda una tradición que llevamos haciendo desde hace muchos años.

Yo, sin embargo, soy la excepción que confirma la regla. Que el turrón de Jijona es el mejor del mundo en denominación de origen nadie lo pone en duda, al menos yo no me atrevería a hacerlo, pero hace unos años pasé las navidades en Bilbao y probé las delicias de Adelia Iváñez que, como no podía ser de otra forma, es segunda generación de un turronero jijonenco de pura cepa. Su abuelo Miguel, se llevó el secreto del turrón hasta el País Vasco y montó su propia turronería innovando en sabores, y texturas y haciendo que hoy en día, muchísimos años después, esa tradición siga viva en su nieta.

Sus turrones tienen la magia de Jijona, pero con un toque especial, por eso yo no voy hasta el municipio a cargar como hacen todos, yo prefiero ir a su web y comprar turrón online a su pequeño establecimiento de Bilbao. Ya pueden llamarme cabezón, como hacen todos los años, e incluso traidor, pero yo soy fiel al turrón Iváñez porque es una auténtica maravilla.

Un poco de historia

El turrón es una masa dulce obtenida por la cocción de miel a la que se incorporan almendras peladas y tostadas. A veces se le añade clara de huevo para que emulsione y se le da forma de tableta rectangular o torta.

La mayoría de los académicos ubican el turrón en la península arábiga. Según esta teoría, los árabes trajeron este postre a las costas del Mediterráneo, sobre todo a España e Italia, La versión española del turrón nace en la provincia de Alicante alrededor del siglo XV y en la época de Carlos V ya era un dulce famoso.

En 1582, un documento del municipio de Alicante señala que “de tiempo inmemorial, en cada año, dicha ciudad de Alicante acostumbra para fiestas de navidad, pagar sus salario, parte en dineros y parte en un presente que se les da, de una arroba de turrones”.

Con el pasar del tiempo este postre se utilizó siempre más en las celebraciones y en las tradicionales fiestas de Navidad.

Durante los siglos XV, XVI y XVII, el turrón se fabricaba no sólo en Jijona, sino también en Alicante ciudad. En época de Carlos II, la injerencia de los gremios de pasteleros de la ciudad de Valencia agrupados en el “Colegio de la Cera” sobre la regulación de la actividad del turrón en Alicante, provocó un pleito porque pretendían someter a los maestros turroneros y confiteros alicantinos a sus estatutos. Por este motivo, y por la novedad que supuso el chocolate, su elaboración en Alicante desapareció en su mayor parte, convirtiéndose entonces Jijona, más alejada de la atención de las corporaciones gremiales valencianas, en el único centro de producción del turrón.

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