Durante los últimos años han sido muchos los comerciantes y empresarios que se han visto obligados a cerrar sus negocios por falta de recursos económicos y por la paralización de la actividad que desarrollaban. No en vano, la crisis económica se ha erigido como una auténtica amenaza en ese sentido, destruyendo sueños y obligando a multitud de personas a cambiar el modo de ganarse la vida. Triste pero cierto.
Suele decirse, no obstante, que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Muchos empresarios han encontrado, con el paso del tiempo, nuevos sectores industriales o de servicios en los que reconvertirse. Tal situación ha implicado un necesario cambio en su vida, en multitud de ocasiones acompañado de un cambio en el lugar de residencia.
Mi vida se puede enmarcar en un contexto como tal. Entre los años 2000 y 2009 dirigà un negocio dedicado a la distribución y venta de todo tipo de productos congelados en la ciudad de Madrid. Aunque durante los primeros años me fue realmente bien, a partir del año 2007 la situación comenzó a cambiar y un par de años después ya me encontraba en una situación desesperada, con cuantiosas pérdidas económicas y sin visos de mejora. Necesitaba un cambio y pronto me puse a trabajar para conseguirlo.
La primera de mis alternativas era vender el local en el que habÃa situado mi tienda durante todos esos años y con el dinero hacer una inversión para montar un pequeño bar en el municipio de Santa Pola. Era un proyecto que tenÃa pensado realizar cuanto antes mejor, pero cuyas desventajas eran evidentes: ¿quién querrÃa comprarme un local en la ciudad de Madrid si no paraban de cerrar negocios y la compra de inmuebles estaba más estancada que nunca?
SabÃa que necesitaba los servicios de una inmobiliaria que trabajara con una buena cantidad de clientes. De ahà que comenzara a llamar a diferentes sitios, presentando mi deseo y pidiendo información acerca de la experiencia en el sector o del tipo de clientes con los que se solÃa trabajar. Aunque bien es cierto que todas aquellas inmobiliarias trataron de convencerme de que sus servicios eran ideales para mi caso concreto, comprendà que la que mejor se ajustaba a mis pretensiones era Fresno Inmobiliaria.
Decidà depositar mi confianza en aquella entidad puesto que sus compradores eran solventes y cualificados, lo que sin ninguna duda implicarÃa ventajas para mÃ. Deseaba vender el local cuanto antes y estaba bastante seguro de que, siguiendo las directrices de una inmobiliaria con este tipo de clientela, conseguirÃa deshacerme mucho antes de un local del que yo ya no querÃa saber nada.
Local vendido y Santa Pola como nuevo destino
Apenas tardé unos dÃas en encontrar varios posibles compradores. Todos ellos disponÃan del dinero suficiente para efectuar la compra, por lo que finalmente me decanté por llevar a cabo el acuerdo con el que mejor oferta económica me hizo por el local. Una oferta económica mucho mayor de lo que yo esperaba y que hubiese sido imposible encontrar de no ser por Fresno Inmobiliaria, quien nos habÃa puesto en contacto a las dos partes.
Gracias al dinero adquirido por la compra, mi desembarco en Santa Pola iba a ser posible mucho antes de lo esperado. Alquilé un local para instalar el bar del que hablaba al principio y en unas cuantas semanas adquirà todo lo necesario para comenzar mi actividad en el municipio: licencias, permisos… Por otra parte, modernicé el espacio tirando un par de tabiques y cambiando la iluminación. El resultado era increÃble. Estaba convencido de que, esta vez sÃ, mi nuevo negocio iba a ser un éxito.
Desde luego, no me puedo quejar. Las cosas han ido bien de un tiempo a esta parte y creo que asà seguirán por muchos más años. He cambiado Madrid por Santa Pola y la verdad es que creo que he ganado con el cambio. Después de la venta del local no hay nada ni nadie que me ate a la capital y buena ‘culpa’ de ello la tiene Fresno Inmobiliaria, a la que por siempre estaré agradecido.