Los infravalorados vinos de Alicante.

Vinos de Alicante

Si bien no es tan conocida como otras regiones vinícolas de España, en la provincia de Alicante se producen algunos de los vinos más populares y que consumimos con más frecuencia; aunque el consumidor de a pie no lo identifiquemos directamente con esta provincia. La razón de que Alicante produzca estos vinos tan característicos hay que encontrarla en su clima, en la composición de sus tierras y, por supuesto, en las variedades de uva que se utilizan para su elaboración.

España es tierra de vinos. Tenemos tanta variedad de vinos como regiones culturales y geográficas claramente diferenciadas. Nuestros vinos expresan la gran diversidad y riqueza cultural de nuestro país.

En cada comunidad autónoma tenemos una o varias denominaciones o tipos de vino que los diferencian del resto, y que vale la pena descubrir.

Vinos marcados por la uva utilizada en cada región y por la tradición vinícola de la zona. No olvidemos que hasta hace menos de 50 años, el vino era la bebida que más se tomaba en nuestro país y había que abastecer de vino a la población.

En Alicante, por ejemplo, se plantan variedades de uva que no son frecuentes en otras zonas de España, como la uva moscatel, la merseguera o la uva monastrell.

La variedad de uva está ligada a las características de la tierra y a su climatología. En cada comarca siempre se ha plantado la uva que mejor se adaptaba al terreno. En la actualidad, muchos viticultores introducen nuevas variedades de uva para enriquecer el producto. Para añadirle matices.

Esta es una práctica interesante. Hace que produzcamos vinos de mejor calidad. Pero como dicen los expertos de Plantvid, un vivero de Valencia especializado en la producción y venta de cepas, es importante conocer las características de cada tipo de uva para saber de antemano si esta importación puede ser fructífera.

Volvamos al tema que nos atañe, los vinos de Alicante. Según la web de vinos Dialsur, estos son los vinos alicantinos más apreciados:

Vinos blancos.

Sin duda, el vino blanco más conocido de Alicante es el moscatel. Un vino que se elabora con uvas Alejandría de la Marina Alta y que es apreciado por los consumidores y por la alta cocina, por su textura, su sabor y su potente aroma.

La uva Alejandría es una uva de regadío. Se planta en condiciones de huerta. A pesar de ello, tiene una alta concentración de azúcar, propia de las uvas de secano, lo que le da una identidad propia al vino.

Se planta en las comarcas litorales de la Marina Alta y Vinalopó, próximas al mar, donde la salinidad de la tierra le infunde una personalidad propia. Zonas donde se alterna la producción de moscatel, con la de Monastrell, y con la de uva de mesa. La uva que, por ejemplo, comemos cada Nochevieja para recibir el año nuevo.

El vino moscatel es un vino dulce y refrescante. Con un aroma a cítricos como lima y pomelo, que contrarresta el sabor dulzón del trago, lo cual lo convierte en un producto interesante.

Esa combinación de azúcar y aromas frutales lo hacen atractivo para los chefs, los cuales lo emplean para elaborar reducciones con las que diseñar salsas y platos innovadores. El moscatel también es ampliamente utilizado en la repostería y es un apreciado aperitivo.

En las comarcas interiores de la provincia encontramos otros vinos blancos diferentes, elaborados con uva Merseguera, una uva habitual en otras costas mediterráneas, como la de las islas griegas o Chipre, pero no tan frecuente en España. Estas uvas se combinan con variedades importadas de Francia como Chardonnay, Sauvignon Blanc con los que se elaboran vinos aromáticos y equilibrados en los que se puede apreciar una gran variedad de aromas frutales.

Vinos dulces.

Si por algo se le conoce a Alicante, en materia de vinos, es por la producción de vinos dulces y sus derivados.

El propio vino moscatel se consume para acompañar helados y postres, y se utiliza para fabricar Mistela, un licor dulce bastante popular en el País Valenciano y en toda España.

La mistela se elabora con mosto de uva moscatel, al cual se le añade aguardiente de vino, canelas, hierbas aromáticas y otras especias, y se deja macerar dentro de un recipiente cerrado.

Para hacer mistela hay que anticiparse a la fermentación de la uva. Es una maceración, no una fermentación como otros licores. En aproximadamente 40 días, desde que se realizó la mezcla, el licor está listo para ser consumido.

La mistela tiene una graduación de entre 15 y 17º, frente a los 7º de alcohol que tiene el vino moscatel. Es más densa, de un color más intenso y con un sabor más dulce, debido a la concentración de azúcar residual. En este proceso, el mosto de moscatel pierde todos sus aromas frutales, que pasan a ser absorbidos por el azúcar del aguardiente.

Uno de los vinos dulces más particulares de Alicante es el Fondillón. Un vino tinto dulce que se elabora con uva Monastrell, en la comarca del Vinalopó. La web La Alacena de Aragón lo califica como el vino noble de Alicante.

Es un vino sedoso, de carácter oxidado, suave al paladar, en el que cada sorbo exhibe todo un abanico de sabores. Algo que lo ha convertido en uno de los vinos más peculiares y apreciados de Europa.

El nombre de Fondillón proviene de la solera de la bodega de “El Abuelo.” Una bodega de Vinalopó, que cuando, en 1892, la comarca fue asolada por una plaga de filoxera, el bodeguero reservó varios toneles de vino Monastrell que no abrió hasta varias décadas después. Sorprendiendo a todo el mundo con el sabor y textura del vino resultante.

Se sabe que antes de la revolución francesa y a principios del siglo XIX, en Francia se producía un vino similar al Fondillón. Era un vino exclusivo, de escasa producción, reservado para las élites. El rey Luis XVI, el que más tarde fuera ajusticiado en la guillotina, acompañaba este vino con galletas y el escritor Alejandro Dumas, años después, lo tomaba con bizcocho.

Vino tinto.

El tinto monastrell es una de las señas de identidad del vino alicantino. Un tipo de uva localizada en el sur del litoral mediterráneo español, donde se reúnen las condiciones de sol y humedad adecuadas para la maduración de esta uva.

En concreto, la variedad monastrell se planta en Jumilla, donde la uva mayoritaria es la garnacha, en el campo de Bulla (Murcia) y en el Vinalopó alicantino. Donde el vino monastrell representa más del 75% de la producción de tinto de la comarca. Este vino se ha labrado un merecido reconocimiento internacional debido a su calidad.

El vino monastrel de Alicante tiene sabor a bosque, a hierbas aromáticas, con un ligero toque salino que lo hace diferente. Es un vino que se presta bien a la crianza en barriles de roble, la cual le aporta complejidad y estructura.

Aunque este vino es rudo y áspero en su juventud, gana suavidad durante la crianza, desplegando toda una gama de sabores que van desde los toques a ciruela hasta el sabor a cuero, dependiendo del método utilizado.

Es un vino que tiene un buen maridaje con carne de caza mayor, especialmente con ciervo y venado. Está indicado para guisos y estofados de cocción lenta. Por el regusto picante que deja este vino, combina bien con quesos curados y semi-curados de cabra y con quesos ahumados como el Idiazabal.

Por sus características, este vino nos sorprende gratamente si lo tomamos para acompañar comida mexicana o con la comida india, debido a todas las especias que se utilizan para su elaboración.

Otra manera de tomar vino.

Los vinos dulces alicantinos nos muestran otra forma de tomar vino. Estamos acostumbrados a beber vino en las comidas o utilizarlo como base para tapear.

Degustar un vino adecuado acompañando los postres es una manera diferente de disfrutar el vino. De vivir experiencias gustativas sublimes. El vino moscatel es un acompañante estupendo para helados de base láctea como los de chocolate, vainilla y nata y para helados de fruta como los de fresa y mango.

Para los sorbetes, los vinos dulces más ligeros: los espumosos, los vinos de aguja, los achampañados, realzan el sabor.

El moscatel es un partner interesante para acompañar una tarta de queso con arándanos o tomarnos una tarta con cobertura de frutas. El vino dulce alicantino invita a degustar frutas dulces con hueso como el melocotón y el albaricoque. El colofón perfecto a una comida señalada.

Vinos y licores como el Fondillón o la mistela son un recurso interesante para complementar una merienda dulce. Agasajar a nuestros invitados con una copa, mientras toman una porción de tarta con base de frutos secos, como la tarta de Santiago, o una crepe rellena con crema de avellanas.

Una manera de disfrutar del vino que se sale de lo corriente, del consumo típico que le damos a esta bebida. Un enfoque que nos abre las perspectivas respecto a las inmensas posibilidades que el vino nos ofrece.

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