El mes de agosto se ha convertido en el mejor momento del año. Soy funcionaria y es cuando me cojo las vacaciones. Pensaréis entonces que todo es muy lógico. Sin embargo, no es por poder irme de Santa Pola, que también, es porque ese mes es en el que vuelvo a ver a mi madre. Ella se encuentra durante los once meses restantes en la residencia de ancianos en Barcelona, llamada Benviure, por culpa de su enfermedad, el alzheimer.
Lamentablemente el resto del año no puedo irme de vacaciones con ella por culpa de mi trabajo y el del mi marido, y también los exámenes de los niños. Si es cierto que en Navidades o Semana Santa no falta nuestra visita, pero yo sé lo feliz que es ella en Santa Pola, el lugar al que vamos de vacaciones desde hace más de 40 años. Comenzó como una casualidad y ya se había convertido en un clásico del verano. Allí íbamos todos, mi padre, hasta que falleció hace ya una década, mi madre y nosotros cuatro. Es nuestro momento, en el que compartimos todo.
Sin embargo, soy consciente de que el tiempo no pasa en balde, y mi madre ya no es lo que era antes. La enfermedad crece a pasos agigantados, pero tengo que reconocer que cuando viene a Santa Pola, la noto muy mejorada. Son esos recuerdos de cuando era una madre coraje, que disfrutaba con mi padre de las noches de la ciudad. Por eso, yo creo que la cambia la cara. Ella, en su interior, lo siente y creo que recuerda, que para su patología es lo mejor que puede haber.
No faltan los paseos por la playa, tomar el vermut en los bares de toda la vida, recuerdos de Carnaval que se celebra aquí, o ese helado por el puerto pesquero que seguro que la recuerdan a cuando llevaba a su hija de la mano porque yo no nunca quería ir en la silla. Afortunadamente todavía conserva esa luz y color de los puertos pesqueros de antaño. Se sigue llenando de redes rotas para coser por los propios pescadores y hay ese movimiento de idas y venidas de pequeños barcos de colores con más o menos pesca en sus bodeguillas. También se puede conversar plácidamente con cualquiera de los pescadores que han acabado la faena sobre cómo estaba la mar o como ha ido la pesca. Recuerdos imborrables que espero que nunca pierda, pese a la maldita enfermedad.
Proyecto de Envejecimiento Saludable
Además, y para que no pierda la buena rehabilitación que lleva a cabo en la residencia, aprovechamos que la Asamblea Local de Cruz Roja ha puesto en marcha dos talleres dedicados a las personas mayores de 55 años, uno de Aquagym y otro de Yoga. Los talleres, que son totalmente gratuitos, son impartidos por los voluntarios durante los meses de junio, julio y agosto y están enmarcados en el Proyecto de Envejecimiento Saludable que Cruz Roja desarrolla a lo largo de todo el año en la localidad. Apuntamos a mi madre y la verdad es que también se la ve disfrutar.
Ahora entenderéis que no quiera ir a otro lugar de vacaciones, si es cierto que matrimonios amigos nos ofrecen ir de crucero por alta mar, pero ya les he dicho que mientras mi madre viva (que esperemos sean muchos años) esto seguirá así. Porque el regreso a Barcelona para ingresarla en la residencia sigue siendo un momento muy duro.